La Organización Mundial de la Salud propugna la Yodación Universal de la sal, entendiéndose por ello la yodación de la sal de consumo humano y animal, incluyendo la utilizada en las industrias alimentarias. La primera experiencia de profilaxis de bocio endémico con yodo se inició en Ohio (USA) en 1.911 por Marine y Kimball. En Suiza se implantó en 1.922.
En España existe sal yodada disponible en el mercado desde 1.983, Real Decreto de 27 de abril, que aprueba la reglamentación técnico-sanitaria para la obtención, circulación y venta de la sal yodada y, establece el contenido de yodo en 60 mg por Kg de sal, de tal manera que, con la ingesta diaria normal de sal (unos 3 g/día) se cubren las necesidades diarias de yodo.
Toda la población debe utilizar sal yodada al cocinar y aliñar los alimentos, especialmente los niños y mujeres en edad fértil. Su consumo es especialmente importante en mujeres embarazadas y en período de lactancia. Las campañas de yodoprofilaxis tienen su efecto, pero éste es pasajero si no se realizan con continuidad, por eso es fundamental un programa de seguimiento eficaz y permanente, controlando periódicamente los resultados. De esta forma se ha conseguido eliminar los trastornos causados pro deficiencia de yodo en diversos países, tales como Noruega, Suecia, Finlandia, Suiza y Austria.
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